En lo corrido del último año he asistido a más bodas y a más funerales que en todos mis años juntos... he estado más atento a las noticias que suceden en el mundo cada semana y espero religiosamente los artículos de algunos columnistas que me interesan en algunos diarios, medito sobre como invertir mi dinero y frecuentemente me cuestiono profesionalmente planeando a largo plazo lo que quiero o no hacer con mi vida. Todo eso entre otras tantas cosas más que me cuestiono a diario y que hace unos años jamás pensé que llegaría a cuestionar o pensar y a decir verdad estas cosas nuevas que hago no tienen nada de espectacular, al contrario, son muestras de estar inmerso en una gran rutina. Pero tal vez lo más interesante de todo y a su vez lo más triste, es lo que entendí luego de mis últimas vacaciones al haber meditado estas cosas que me están pasando por la cabeza. Que ya estoy grande.
Es muy raro todo ese pensamiento e incluso esa definición, pero hasta hace un año no veía con tanta rareza a la adultez, es más, la ví muy lejana y distante y aunque suene pretensioso, creo que sigo viendo al mundo casi desde la misma perspectiva de niño a través de los ojos de un adulto y seguramente no me tome en serio tampoco la idea de ser un adulto. De todas maneras siento que todo lo que me rodea si lo está asumiendo así y que seguramente ya estén traicionando esos ideales de niño que se juraron no cambiar nunca porque simplemente eran aburridas y ahora que son adultos son cosas de niños, ideales como el del día que en la piscina de la casa de verano de mis papás en Colombia, juré que siempre que pudiera jugaría en el agua hasta el cansancio… Años mas tarde, en unas apacibles vacaciones en la playa traicioné ese juramento; simplemente ya no soporto estár más de media hora en el agua y me aburre montones quedarme ahí.
Son esas cosas y todas las responsabilidades que con el pasar de los días se van depositando en mis hombros las que, junto con que el pensamiento de mis amigos también está cambiando de ser un pensamiento libre y desparpajado a uno más reflexivo y pasivo… donde todo se comienza a reducir a sus matrimonios, a sus nuevos hijos y los que no están casados o ya esten pensando en compromisos o planean en breve hacerlo (pensar en compromisos) y nos cuestionan o nos empujan a los que no pensamos en ello a hacerlo. No digo que esté mal tener y asumir responsabilidades, esta mal dejar de ser por ser lo que el medio quiere que seamos.
De todas formas creo que inevitablemente llegará definitivamente la adultez a los límites de mi existencia… ya llegarán esos días donde en las reuniones con amigos escuchemos siempre la misma música, hablemos de los mismos temas y nos compliquemos la existencia divagando sobre el futur incierto. Conviviré con las chocheras de mis amigos que de a poco van surgiendo y con las mias también y seré visto como un tipo que no quiere crecer… actuando como un niño más dentro de una sociedad de adultos donde mis autitos de colección entonces pasarán a una repisa y dejarán de correr por mi cabeza en juegos y carreras imaginarias y dónde la presión tarde o temprano hará que esa adultez cruce los limites y me lleve a ser adulto y donde definitivamente sería un niño a temporal, no solo por la edad sino porque las modas, las tendencias y las mismas estructuras sociales hacen que las infancias sean totalmente distintas. Viviré entonces en la infancia de un viejo… una infancia obsoleta y definitivamente de otro tiempo; que feo pensamiento.
Que situación más extraña, que raro sentimiento y que aburrido pensar que estoy creciendo.
Daff Schneydher - Marzo, 2009.
1 comentario:
Es raro crecer. Por algo existe el Síndrome de Peter Pan, ¿no?
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