Vuela libre bajo la lluvia del otoño, vuela libre entre las ramas secas de los arboles en el invierno y vuela al cielo al comienzo de la primavera. Vuela libre para fugarse de la tristeza, vuela libre como los sueños de un niño que inocente descansa en su cuna, vuela entre sueños libres y alados, no cautivos y sin dolor en el corazón.
Vuela lejos, lejos de los que temen bailar a la luz del amanecer, vuela lejos, lejos de los que temen remontarse al vuelo y lanzarse en picada, de los que temen volar cerca del abismo y de los que no quieren remontar vuelo en las azules noches estrelladas pretendiendo alcanzar con sus alas el abrazo de la luna solitaria.
Vuela lejos y lanza las cenizas del fuego que ardió en su alma por mucho tiempo, vuela y abandona las cenizas para que se las lleve el viento. Vuela, vuela alto y luego se precipita sobre la tierra, a la oscuridad perpetua, dejando a un lado a los que han sido bendecidos y condenados por su enfado, se precipita a los caminos que conoce, a su mundo oscuro y mientras lo hace, vuelve a poner la daga dorada en su pecho, para mantener el dolor que le recuerda que aunque ya no quiera sentir más sigue vivo.
Los ángeles siempre le susurran al oído palabras que se deslizan sobre quimeras y mundos maravillosos, utopías de cúpulas que al final le resultaron iguales a caminar descalzo sobre una mesa viendo las etapas de su vida, mientras traspasa el terreno de lo sagrado y levanta sus manos para recibir las flores que desde el cielo son arrojadas sobre el suelo. Mira hacia su pasado y simplemente la lagrima solitaria se desliza desde su mirada. Oculto en la oscuridad, desangrándose despacio, agobiado en su llanto, olvidándose de los que lo olvidaron entiende que nadie escucha la caída de sus lágrimas. Un sinfín de luto, esperanzado en un nuevo comienzo. En un nuevo despertar.
Vuela, vuela entre las doradas llamas del fuego que queman lentamente los recuerdos y la crudeza de la realidad y del destino. Vuela, vuela poderoso entre los que fallaron, entre los engañados y los que engañaron, entre los amados y entre los muertos. Vuela, vuela poderoso y profundo, romántico y ciego mientras su cuerpo rebota contra las piedras lanzando despojos de sus alas por el aire.
Vuela libre bajo la lluvia del otoño, vuela libre entre las ramas secas de los arboles en el invierno y vuela al cielo al comienzo de la primavera. Vuela libre para fugarse de la tristeza, vuela libre como los sueños de un niño que inocente descansa en su cuna, vuela como los sueños libres y alados, no cautivos y sin dolor en el corazón, como si fueran un hermoso camino, como descansando entre sueños, sostenidos entre sus brazos ahora atenuados con el rojo escarlata que tiñe la mañana de un susurro al oído.
Vuela libre bajo la lluvia del otoño, vuela libre entre las ramas secas de los arboles en el invierno y vuela al cielo al comienzo de la primavera. Vuela libre entre los pinos y la lluvia, vuela lejos de las musas. Siente la arena correr por sus venas, como en un sueño profundo, donde no se siente el respirar ni el palpitar del corazón. ¿Por qué estar triste ahora si el universo es una pequeña bolsa de plata donde redicen los sueños colectivos?. Vuela, vuela alto para fugarse de la tristeza, vuela libre como los sueños de un niño que inocente descansa en su cuna, vuela entre sueños libres y alados, no cautivos y sin dolor en el corazón.
Daff Schneydher, Septiembre. 2008
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