miércoles, 17 de septiembre de 2008

Fortune rota volvitur!

Sobre una tierra hostil, donde las sombras juegan en medio de los ecos trágicos de la muerte que retumba entre las ruinas de antiguas fortalezas y castillos volamos de regreso a nuestras tierras desbastadas. Ecos trágicos han forjado mi espada en esta lucha sin fin contra la bestia, contra las sombras, contra mi oscuridad, sin embargo, todavía sueño con el día en el que abramos las grandes puertas de madera y demos un paso fuera de las sombras, salgamos donde el sol se muestra por atrás de los Bosques Antiguos y el brillante y tibio viento corra libre por el cielo.

Pronto dejamos atrás los bosques secos de los valles que están entre los Picos Negros y comenzamos a ver entre la niebla el fuego y el humo que sale desde donde hasta unas semanas atrás, cuando partimos a la batalla, se encontraban nuestras casas. Desde el aire distinguimos filas de muertos tirados en el suelo como si intentaran escapar del fuego del infierno, con una expresión de dolor en sus rostros... mi castillo ... saqueado y en el centro de la villa, el Anciano líder de los Andaquíes, atravesado por dos lanzas y agonizando.

Al verlo me acerque y él, con sus último aliento me dijo: ... perdónanos hijo, nos hemos equivocado... quien ha hecho esto nos ha mentido a todos, quién ha hecho esto no era la elegida... quien ha hecho esto ha sido Hechicera, ella trajo las sombras al reino y no parará hasta verte muerto... Nos engañó en las visiones, nos ha mentido. Hechicera... la misma con la que danzaste sobre el abismo, Hechicera... la que pensamos sería junto a ti el pilar del levantamiento de tu reino como lo decía la profecía... pues no era ella, perdónanos hijo, nos hemos equivocado... y al terminar de decirme esas palabras, su cuerpo se desvaneció sin vida.

En mi interior pude sentir la rabia crecer desde lo más profundo.

Requiem aeternam dona eis, Domine et lux perpetua. Luceat eis Te decet hymnus, Deus, Sanctus Dominus. Quid sum miser tunc dicturus. Requiem aeternam.

Luego de sepultar todos los cadáveres que encontramos, los que quedamos nos reunimos justo en las ruinas de la fuente que otrora destellara colores y música de hadas. Allí, recibí de Horus, las riendas de un pequeño ejercito. Seiscientos hombres, veinticinco carros de batalla, veinticinco dragones que con migo hacían veintiséis, diez catapultas y cinco torres de asalto. Y al encomendarme a las armas me dijo: Hijo, ahora escucha lo que digo. Mantén tu mente en lo que has aprendido, aprieta tus dedos al rededor de tu espada... ella al igual que muchos de estos hombres ha escuchado las voces de los héroes que han cruzado por éste sendero. Tal vez no regreses al igual que este puñado de hombres, sin embargo y sin importar el resultado de éste sacrificio sabes que nos encontraremos algún día en las puertas del Abismo, justo en donde se cruzan las aguas del Río de las Brujas.

...Y las últimas hojas secas del otoño cayeron al suelo anunciando el regreso de un nuevo invierno.

Y allí les dije a los hombres: Espero que no teman, espero no temer. Entrego mi espada y mi vida a esta causa así como ustedes entregan su vida. Los que tengan familia, corran a abrasarlas fuertemente y denles un beso de despedida, díganles adiós. Ésta será la última batalla. Unitevi tutti In questa era, senza timore affondate la lancia in terra santa.

Soldados del crepúsculo, de vuelta al infierno a quemarse en el fuego buscando la gloria final. Ecos trágicos forjan mi espada en ésta lucha sin fin contra la bestia, contra las sombras, contra mi oscuridad. Llamo a la santa ira a grabar con odio las llamas de mi ciego corazón.

En ese momento mi única familia era Rachdoll, mi fiel dragón. Horus ya había partido al oriente hacia los Bosques Antiguos y la Hechicera se revelaba como el enemigo al que por fin le veíamos la cara.

Al amanecer, seiscientos sesenta y cinco hombres partieron conmigo al sur, hacia los lagos que quedan cerca del océano, al lugar dónde se oculta la Hechicera. Ahora siguen al dragón que me guía... sus alas nos darán la fuerza de la tormenta bajo estos rojos cielos y sus voces serán como truenos que retumban en medio de las colinas. Caballos, hombres con lanzas y espadas, dragones y hachas.

Quantus tremor est futurus. Quando Judex est venturus. Cuncta stricte discussurus

Luego de marchar por varios días a través de campos quemados, humeantes y desechos, una tarde al fin llegamos al lago que reposa junto a las montañas del sur, junto al océano. Allí encontramos a la Hechicera. La luna se alzó sobre los árboles y bajo los rojos cielos se desato la batalla. Los caballos preparados con pesadas armaduras marcharon al frente. Hombre contra Hombre, espada contra espada, martillos y hachas contra los escudos... Gritos mortales quebraban el frió aire como el metal quebraba la carne en una brutal escena.

Y fue entonces, cuando la gran lluvia se desato y por un momento todo se iluminó... como si toda la sangre de la escena estuviese siendo limpiada por los Dioses.

Y entonces, como una rosa solitaria y bella vi a la Hechicera en la distancia. Mi corazón vibro pero con tristeza. Rachdoll me elevo por los cielos y me precipite a tierra para darle captura. Y mientras volábamos rasantes mi cabeza y mi espíritu se cargaban con la ira que corría por mis venas, mi corazón se convertía en hierro y la oscuridad se precipitaba sobre mi ser. Como una rosa solitaria y bella vi a la Hechicera a la distancia. Desenfundé mi espada y con toda mi fuerza asesté un golpe fuerte. Sin embargo, no le causé daño. Rachdoll escupió fuego y los dos subimos al cielo, tranzados en una batalla feroz. Golpe tras golpe, espada contra espada, los dos nos fuimos agotando. Rachdoll trataba de mantener el vuelo mientras yo luchaba a muerte contra la Hechicera. Cada movimiento se hacía más lento, y el escudo y la armadura con el agua se volvieron una pesada carga que fui dejando caer para aligerar mis fuerzas. Fue entonces, cuando la hechicera clavo su espada en mi pecho y mi reacción fue la de clavar en su pecho mi daga dorada, la misma que retiraron los sabios de mi pecho en una vida pasada.

Y entonces la gran lluvia ceso y todo se detuvo, como si toda la sangre de la escena estuviese siendo limpiada por los Dioses.

Perdí el control sobre Rachdoll y juntos nos precipitamos al centro lago, aferrados a la Hechicera, y mientras caía escuchaba un susurro en mis oídos que decía. ... tranquilo mi niño, la madre muerte es tu respiro, si escuchas esta canción estarás mejor. Deja ir a tus sentidos y no temas, tu sacrificio ha sido bendecido....

Las nubes partieron y una luna plateada se alzo en medio de la escena. Ésta es la historia de mi caida, mi entrada en la oscuridad. El coraje no fue suficiente pero mi sacrificio abre las puertas a tiempos de libertad y sin miedo. La madre muerte se mantiene a mi lado mientras veo como los mundos chocan. Al caer al agua sentí atrás mio un fuerte estruendo. Cómo si un trueno partiera la tierra en mil pedazos y vi que entre las garras de Ragdoll estaba el cuerpo de la hechicera que se hundía rápidamente junto a nosotros mientras me miraba fijamente a los ojos pero habia tanta sangre que no pude ver nada mas.

Todo pronto quedó en silencio, y yo me deje ir como una hoja en otoño al viento. Madre Luna, Padre Invierno, mi vida, mi sangre, mis lagrimas, mi dolor; han sido guardados para éste momento en el que la espada me quitó la habilidad de sentir. Ahora es tiempo de volver para aprender de la inocencia y de la virtud mientras me aferro a mi espada y me precipito al fondo del abismo.

Desperté en un cuarto oscuro, con solo una luz tenue que entraba de un lugar que desconosco. Estaba rodeado por las cartas con historias místicas de Reinos y Destinos ¿mi destino? y allí, en medio de ese lugar, de entre las tinieblas apareció la Hechicera cómo una rosa solitaria y bella, como salida de la rima de un poema oscuro. Me aferre a mi interior como si fueran los viejos muros de mi castillo mientras ella se acercaba y suavemente me decía al oído. He asesinado la noche tal y como lo ha dicho la vidente. No tus videntes, sino la Anciana que cuido en los establos a Rachdoll en el exilio. He asesinado la noche y sus últimos rayos de luz han caído. Ahora, no me dejes, mi corazón le teme a la oscuridad y está débil. Para ti se acerca la mañana, y de ti ahora se despiden los que temen y los que luchan. Veo tristeza en tus ojos, y la salida a un terreno brumoso, donde todos reunidos te esperan con tus banderas y estandartes listos para alcanzar el cielo. Ahora que me sumerjo en la oscuridad, y tengo miedo. Te entrego tu espada y te digo adiós, aquí entre tus brazos será la última vez que te diga adiós. Cerro sus ojos y me besó.

Y sus ojos se cerraron, y lentamente se desvaneció en el suelo.

Estuans interius ira vehementi, veris leta facies mundo propinatur, Gloriantur et letantur in melle dulcedinis.

Suavemente el viento de la mañana acarician mi cara y mi pelo y a lo lejos el canto de los pajaros se escucha como los susurros de los elfos como cuando cantan los ritmos de los pequeños mundos del bosque. Una tibia brisa recorrió mis mejillas y me encontré tirado en la playa. Rachdoll estaba a mi lado como protegiendome evitando violentamente que cualquiera se me acercara. Mis hombres estaban también a mi lado, y a un costado estaba el cuerpo sin vida de la hechicera y los primeros rayos del sol asomaron por encima de las ramas secas de los arboles que se levantan en este nuevo invierno.

Atravecé los bosques escoltado por mis hombres de regreso a casa, nunca un invierno fue más luminoso y alegre para mi pueblo, sin embargo, mi corazón ahora está allá de las montañas y los océanos, veo lo que el destino ha decretado reflejado entre la luna y las estrellas. La muerte de la hechicera ha sido un paso más en el camino hacia el fin de las sombras y de ella unicamente conservaremos los recuerdos gratos y las danzas sobre el abismo, haciendo de ellas leyenda y mito y sembrando como moralejas el aprender a ver más allá y a confiar en quienes realmente lo merecen.

Ahora un nuevo invierno ha comenzado, el frío cielo estrellado que nos cubre así lo anuncia. Han pasado muchos soles y lunas desde la caída del Reino de los Andaquíes y muchas batallas se han librado desde que los hombres se defienden de la oscuridad eterna. Ecos trágicos han forjado mi espada en ésta lucha sin fin contra la bestia, contra las sombras, contra mi oscuridad, sin embargo, el sueño donde un día abramos las grandes puertas de madera y demos un paso fuera de las sombras, salgamos donde el sol se muestra por atrás de los Bosques Antiguos y el brillante y tibio viento corra libre por el cielo, está un poco más cerca.

Fortune plango vulnera stillantibus ocellis quod sua michi munera subtrahit rebellis. Fortune rota volvitur

Daff Schneydher, Septiembre. 2008
Audiostreaming · Chapter II - Upon Fallen Autumn Leaves · Haggard · Tales Of Ithiria

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