viernes, 1 de febrero de 2008

Se abre la herida y el cristal vuela en mil pedazos

Era de noche y mientras dormía un ruido agudo como el chillido de una rata me despertó, me levanté y con mi lámpara fui a investigar mientras el sonido era cada vez más fuerte y a pesar de todo el ruido que hacía, todos a mi alrededor seguían durmiendo. Perseguí ese sonido por toda la caverna hasta perderme por un estrecho pasadizo que al final me sorprendió al llevarme a un lugar en el que había estado antes, Las puertas del infierno.

Allí, a la entrada encontré un pergamino escrito con mi letra y mi sangre que decía “Esto soy para siempre, uno de los últimos, uno de los sin nombre, y sin un rumbo en su corazón. Esto es para siempre, solo quedan estas líneas que buscan con esfuerzo mi perdida vida… pero ¿qué deseo?, ya no vale la pena… ahora solo camino más allá de la lluvia suave y fría que pronto se convierte en nieve, esperando que lo congele todo, incluso mi alma… deseo no seguir soñando… solo quiero seguir caminando lejos, volviendo a la oscuridad, recorriendo un sendero ya por mi conocido, lleno de ángeles dormidos y flores enredadas entre alambres de púas, llamando al pasado y volviendo a las primeras páginas de mi libro para luego arrancar las hojas de su recuerdo y borrarlas de mi destino mientras trato de buscar el reflejo de mi rostro en este camino eterno, cayendo una y otra vez en mis rodillas, esperando la muerte bajo esta constelación divina que construyó esta tierra y que se la ofreció a algunos más afortunados que no saben que tienen asegurado un lugar más allá de las estrellas… mientras otros, navegamos bajo su luz, traicionados y mirando de soslayo al cielo con el corazón en la mano, concientes de estar en las fauces de esa Quimera que resguarda las puertas del infierno… mi infierno”

Y luego, del rio de las brujas emergió mi reflejo y me dijo “No hay más unicornios, todo es yermo… y ya sientes el suave viento frío de este funeral de ensueño… solo esperas llenar el sepulcro blanquecino de Horus, como el halcón peregrino caído, y reposar sobre ese mármol pulido tan brillante como la cara de esa luna que escribió siempre tu destino revelando únicamente su mirada a través de las nubes y los graznidos de los cuervos. Y ofreciéndome el tubo de cristal que hacia mucho había lanzado al mismo río de donde emergió, me dijo: Toma, es hora, abre tus venas al veneno, déjalo correr y siente el beso de las cobras que las saborean con sus lenguas retorcidas en medio de un crepuscular circo de sábanas blancas y mortecinas, cubiertas por las sombras que danzan entre las luces de una catedral lejana y en penumbras… es hora… debes ir al lugar de nunca jamás.

Luego, una voz profunda salió de mi y junto a mi reflejo dije: "Pronto caminaré por el cielo, flotando junto a la luna y las estrellas, viendo a la gente desde lejos, durmiendo mientras vuelo, deslizándome suavemente sobre esa media noche azul y levantándome muy alto, pasando por encima de ella. Atravesando el mundo, buscando entre las villas rodeadas por árboles milenarios y nadando por el cielo congelado hasta llegar al borde del distante mar oscuro para precipitarme en picada, como el peregrino, hasta zambullirme en las fauces del infierno y olvidar que tengo alma, esperando que se pierda en ese oscuro océano, junto con mi memoria… porque incluso ese unico deseo que tenia mientras caia, esa ultima esperanza, se desvanece sin dejar rastro y siento que ya no caminaré de nuevo en el lienzo lleno de estrellas. Los días me poseen como el frió mismo de la luna, el frío mismo de la muerte… es hora, la eternidad me llama, estoy cansado y quiero terminar con esto, tierra de la belleza, santa visión de los ángeles, fría y cruel, llena de cantos de fieles que solo reflejan melancolía, como cantos de niños chillando, como avecillas en el nido con sus picos abiertos… esperando por el lobo solitario que los libre de sus tormentos.

Siento el viento en mi piel, siento el fuego en mis venas, el veneno corre libre y se dispersa como la espuma en la playa. Vuelvo mí mirada a la tierra de los cuervos y los cisnes, sabiendo que caigo en picada, halcón peregrino sin presa, persiguiendo la eternidad en la oscuridad eterna.

No hay más esperanza… se escondió el niño, se fue la fe, se termino la inocencia y ya no soy más yo, los mensajeros me entregaron inocentes su mensaje y ya es tarde, ya nada importa. Esto seré para siempre, lo que siempre fui, un sin nombre, un soplo de viento que cruzo veloz sobre las rosas negras en la mañana, que se canso de esperar y que ahora corre hacia la muerte que lo espera cubierta de nieve mientras recuerda que fue traicionado por los Ángeles y sus Dioses perdidos entre su música de cuerdas como revoloteo de alas, traicionado por sus sombras frias porque que nunca sintieron. Halcón Peregrino que siempre voló solitario y rasante sobre los árboles secos dibujando extrañas figuras en el cielo, tal vez con manchones de su sangre, esto serás para siempre.

La tierra se mueve bajo mis pies, siento un frío sabor, ya llega la hora y aunque las nubes negras cubren mi mirada, siento que he vuelto a ser uno solo, que he despertado de un sueño, que la realidad es otra y que es hora de zambullirme definitivamente el las tinieblas de la tierra.

No hay más campanas tañendo para mi… ni aunque se alejara de mi la copa del sufrimiento. Dios ¿por que no enviaste pastor alguno para curar mi mundo, si en mis sueños rogué más de tres veces para que vieras al lobo solitario que habita en mi?… pero igual, que se haga tu voluntad y no la mía. Pareces dormido… ¿Despierta… donde está tu tumba?, ya vendrá… el frio de su aliento se acerca a mi lugar.

El Ángel dice llorar conmigo, pero mis lagrimas caen por que caigo justo al lado de la bestia, alejado de su belleza donde sus ojos eran mi paraíso de sueños infinitos y su sonrisa hacia que el sol se levantara de las tinieblas de la tierra cada mañana para que victorioso, como Horus, cabalgara en mi carro de fuego. Dios, perdóname por ignorar lo que tengo, solo estoy tendido en este jardín de dolor que se fortalece recordando mi verdad, viendo la realidad que desconocía y que es por la que lloro… mientras ansío tener lo que temo perder y sabiendo que nunca mas volveré a ver el atardecer en sus ojos. Es hora, el amor, el dolor, la esperanza y la belleza, que le han hecho mía hasta el fin de los tiempos me han dejado ya sin fuerzas, la poesía dentro de mí fallece.

Y luego una sombra que salió por las puertas me dijo: ¿y dices amor? ¿Cuándo el amor es algo para siempre?, más cuando fuiste traicionado por los Ángeles y sus Dioses porque se perdieron entre su música de cuerdas como revoloteo de alas, traicionadote con sus sombras frias porque nunca sintieron, revelando que ese amor solo es el egoísmo arraigado por el tiempo. Es el gen egoísta que nos hace humanos.

En ese momento la visión desaparece y despierto en mi lugar junto a los demás en la caverna, como si todo aquello hubiese sido un sueño. Igual, ahora siento que ya no soy el mismo. Otra vez siento que estoy condenado y no hay quien pueda salvar a mi espíritu. Una daga dorada vuelve a atravesar mi pecho y al volver, mi pasado me entregó de nuevo la pócima que tenía escondida en las profundidades del río de las brujas, en el brazo que nace de un hombre muerto. Y el futuro de mi universo otra vez está en mi mano. Otra vez estoy dispuesto a cruzar las puertas del infierno.

Daff Schneydher. Febrero, 2008

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